El lunes 23 se presentaba en la Biblioteca Regional la exposición y su correspondiente libro catálogo, editado por Tres Fronteras, sobre la obra de Manfred Sommer. En mi opinión, ni una ni otro, son un buen homenaje a ese gran dibujante fallecido que creó uno de los personajes iconográficos nacionales contemporáneos más interesantes, me refiero al reportero Frank Cappa.
Lo que es de alabanza es que la editorial Tres Fronteras, antigua Editora Regional, añada el género comic a su catálogo, hasta ahora exclusivamente literario, y con intención de tener continuidad inmediata. Sobre esto recordemos las declaraciones de Francisco Giménez, el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, publicadas en La Verdad, el pasado día 19, en referencia a la inclusión del comic en la línea de publicaciones de Ediciones Tres Fronteras: “la primera editora pública que edita comic”, decía.
Hombre, supongo que esa breve frase estaría extraída, por el periodista de turno, algo fuera de contexto porque existen y han existido muchas ediciones por parte de editoras públicas en buena parte del territorio nacional.
Lo que, probablemente, eso sería lo que más nos gustaría a los aficionados al medio gráfico, supondrían sus palabras es que ediciones Tres Fronteras editará, de manera muy periódica y continua, diversas obras, con calidad y sentido crítico, como parte del normal organigrama de publicaciones.
El hecho de esa continuidad infinita es lo que seria verdaderamente excepcional y totalmente novedoso en la edición pública. Yo me contentaría con que la iniciativa durara un mínimo de cinco años y que produjera un generoso catálogo de obras que fueran, en muchos casos, la envidia del mercado nacional u obras de referencia como la inicialmente editada y que se engloba en la colección de nombre 'Comic Corner'.
Comicteca
En el apartado de reseñas, esta semana, apunto un par que llevan el sello de La Cúpula. ‘No comment’ una dura obra del francés Ivan Brun que sin usar texto alguno y apoyándose en onomatopeyas, simbologías reconocibles de forma internacional y plasticidad visual de los personajes plasma, en una suerte de historias cortas, la violencia y deshumanización del ser humano.
El dibujo de Brun tiene claras reminiscencias del manga, especialmente en la creación y tratamiento de los personajes, estilo que desarrolló en una etapa creativa anterior y del que ha retenido lo mejor para adaptarlo al comic europeo.
La primera mirada de las historias nos lleva a un camino tan equivocado como la violencia gratuita exacerbada, no obstante pronto nos daremos cuenta que se trata de una implacable crítica, altamente corrosiva, hacia la realidad social de todos los días y, Brun, se alza como el trovador gráfico por excelencia. Cruda, desalentadora y, cruelmente, real. Una obra tremendamente impactante.
La segunda de La Cúpula es ‘Trágame entera’ de Nate Powell, un americano de obra breve y compleja. El presente título no es una excepción ya que el argumento gira en torno a la esquizofrenia que padecen dos hermanos y como perciben el mundo. Una obra inmersa en la locura de sus mentes que engaña nuestros sentidos hasta no discernir entre realidad y demencia.
Alrededor de su desgraciada existencia percibimos aun más problemáticas como la descomposición de su familia marcada por el hastío y la monotonía, la agonía de la abuela que vive con ellos, un amor que terminará bruscamente...
La nota fantástica, aunque navegando en las entre aguas de la irrealidad, la pone la chica protagonista que posee el don de la telepatía con los animales, especialmente insectos, elementos determinantes de la historia.
Una obra difícil e interesante que trata un tema bastante inédito en el mundo del comic, ganadora del prestigioso premio Ignatz el pasado año.
El cierre lo pone una obra editada por Panini ‘Los doce’ ingeniada por Michael Straczynsky con dibujos del inglés Chris Weston. El guionista, experto en dar giros de tuerca y sorprender, nos reinventa a una docena de ‘reales’ héroes que salían en los comics americanos de los años cuarenta y los instala en el mundo actual tras pasar, desde la guerra, en animación suspendida.
Personajes planos y simples de aquella época, en manos de Straczynsky, toman un renovado cariz donde sentimientos contradictorios, fobias personales y miedos acérrimos les harán más vulnerables que enfrentarse a los enemigos de turno.
Una divertida obra dividida en dos volúmenes que sorprende y se disfruta con el añadido del trabajo de un Weston detallista de dibujo muy elaborado. Un tebeo de superhéroes para lectores adultos.
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