«A los diez años ya hacíamos más de ochenta mil bombonas a diario, que vendíamos por toda España» «Luis Amante Duarte inventó los hachotes de San Juan marrajo, que son como los camping gas».

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A sus 82 años tiene muchos recuerdos que recuperar y muchas historias que relatar. José Álvarez Sánchez fue el jefe y fundador de la antigua y ya extinta Factoría de Butanos SA creada hace ahora 51 años. Su nombramiento se produjo en 1958, el mismo que echó a andar la fábrica ubicada primero en «un cuchitril muy pequeño que nos dejó la refinería Repesa». Fue uno de los primeros que participó en Cartagena en crear lo que hoy es Repsol Butano. Ostentó su cargo hasta el 1976, año en el que se jubiló. Ahora reside en una casa de campo de Los Camachos con su mujer.

- ¿Cómo nació la factoría?

- Nació porque en aquellos años habían dos empresas (la mitad de Repesa y la otra de Campsa) que ya comercializaban botellas de butano, pero el gobierno quería que sólo hubiera una. Se creó aquí en Cartagena. Las primeras reuniones para constituirla las hacíamos en el café Mastia. Allí nos juntábamos el ingeniero técnico Juan Huertas, el jefe de Contabilidad, Vicente Martínez, y el responsable de la Agencia de Distribución, Manuel Ariza Arróniz. La primera sede estuvo detrás del actual Ayuntamiento.

- ¿Y de aquellas reuniones en un café surgió la factoría?

- Claro, no teníamos otro sitio. Poco a poco fuimos creciendo. Las botellas de Campsa en un principio las teníamos que pintar de naranja. La factoría que existe ahora se fundó siendo alcalde Federico Trillo, el padre del ex ministro.

- En los primeros años venderían pocas botellas de butano, ¿verdad?

- No te creas. Aquello fue un auténtico boom. Producíamos entre tres y cuatro mil botellas diarias. Los primeros años agotábamos las reservas de Campsa. A los diez años ya hacíamos ochenta mil al día, importábamos gas de países como Méjico o Italia y las vendíamos en toda España. Fuimos los primeros, desde Alicante a Barcelona, Madrid, Bilbao hasta llegar a La Coruña. Había veces que no podíamos absolver la demanda que teníamos.

-¿Cuándo pasó la fábrica a Repsol?

- Creo que en el setenta. Entonces habíamos crecido tanto que ya teníamos 37 factorías repartidas por toda España. Llegamos a ser muy grandes.

- oiga, ¿por qué la botella de butano es de color naranja?

- Es una historia muy curiosa que muy poca gente conoce. Fue una decisión del primer director de la factoría, Benito Cid de la Llave. Entonces en Europa se vendían botellas de butano verdes, azules, rojas y grises. Y como España es el país de las naranjas decidió ese color. Fue muy criticado porque a muchos les parecía muy poco llamativo, pero con el paso del tiempo triunfó. Los modistas de la época lo introdujeron en la moda como el color butano. Incluso había quien lo conocía como el color escombreras.

- Le gustan las botellas nuevas que ha sacado ahora Repsol. Esas que no pesan nada

- No las conozco, sólo las he visto en televisión. Yo tengo las de doce quilos, las que siempre hemos tenido. Hay más grandes, pero esas son de propano. La normal se empezó cobrando a 130 pesetas, y ahora ya vale 13.50 euros. Fíjate si ha cambiado la cosa.

«Rezábamos en la fábrica»

- Participó muy activamente también en la fabricación de los hachotes de butano de San Juan marrajo, que este año cumplen 50 años, ¿Cómo fue aquello?

- Bueno, yo sólo colaboré en el proyecto de Luis Amante Duarte, director administrativo de Repsol. El fue el artífice de la idea, en el año 59. Por eso este año se cumple el cincuenta aniversario desde que la agrupación sanjuanista marraja lleva los hachotes de esta guisa. Luis se fijo en la compañía francesa Camping Gaz, que entonces comercializaba los famoso camping gas. Cuando los vio lo quiso trasladar a los hachotes. Se rompió la cabeza y al final los supo incorporar. Desde entonces se les da el gas gratis. Es como si fuera una tradición.

- ¿Cómo era la factoría en aquellos primeros años de andadura?

- Fueron años de mucho movimiento y mucho trabajo para todos los que allí trabajábamos. Recuerdo algo que ahora resulta muy curioso. Éramos una de las pocas empresas que hacíamos ejercicios espirituales. En cuaresma, la factoría paraba a medio día. Venía un predicador para que rezáramos. Al final de la Cuaresma nos confesábamos y hacíamos una eucaristía con tres o cuatro sacerdotes.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 4/06/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.