«Lo espiritual, mal que nos pese a nuestra mente, tiene el sabor de lo material, del placer, de la libertad, de la novedad y de la creatividad».
La integración y la unificación personal, quiénes somos, el concepto de psicología y espiritualidad, los modos de superar las dificultades en las relaciones humanas o el fenómeno de la sombra, como clave de comprensión, son algunos de los temas que desarrollará el psicoterapeuta y teólogo Enrique Martínez Lozano, a partir del viernes, a las ocho de la tarde, y en etapas sucesivas en el Centro Cultural Las Claras y en el Palacio Almudí. El ciclo genérico de los temas a tratar se denomina Psicología y espiritualidad para un crecimiento integral.
- ¿Tan atrayente es esa fusión de psicología y espiritualidad?
- Le diría que son como raíles de una vía por lo que puede avanzar una persona de modo integral. La psicología ayuda a integrarnos el yo, para crecer en armonía, en bondad , en eficacia social... La espiritualidad nos hace experimentar que somos más que ese yo integrado, y que solo seremos felices al vivir la dimensión profunda que nos aporta. Nuestra realidad es el objeto propio de la espiritualidad.
- ¿La gente acepta estas situaciones y formas de comportarse?
- No se trata de si se aceptan o no, sino de que se entienda que aceptarlas forma la base sólida sobre el que se basará el edificio que se transforme en la felicidad. La consistencia de ese edificio se apoyará en el reconocimiento de la propia verdad, que es lo que llamamos aceptación.
- ¿Qué se entiende por el fenómeno de la sombra?
- Todo aquello que nos cuesta aceptar de nosotros mismos tiene que ver con la sombra, o la que podríamos llamar nuestra cara oculta, y que, aún sin darnos cuenta, condiciona nuestro modo de ser, de pensar, de actuar, de relacionarnos con los demás...
- Vivir en esa situación debe ser más que que complicado.
- Sí o no, porque esa sombra, esa cara oculta nuestra, también es lo que más nos ayuda a comprender las dificultades en nuestras relaciones. Una situación u otra pueden quedar iluminadas cuando nos acercamos a la luz.
- ¿Existe algún modo de superar todas las dificultades que encontramos en nuestra relación con los demás?
- Lo ideal sería, antes de exigir a los demás, que cada cual fuera capaz de ofrecer lo mejor de uno mismo.
- También hablará de espiritualidad. ¿Piensa que es algo usual en un mundo tan materialista?
- Sí, porque a la espiritualidad nos conduce una serie de conceptos muy usuales: desde la belleza de un paisaje a la sonrisa de un niño, sin olvidar la alegría de los enamorados, la ternura, la plenitud... Son situaciones que despiertan en la persona admiración, asombro, vitalidad, gratitud, amor, silencio. Todo esto nos habla del misterio de la espiritualidad.
- Esto temas parecen, más bien, asuntos de corte nada espiritual.
- Es que que la espiritualidad no es lo opuesto a lo material, sino a lo superficial; no es lo opuesto a vivir, sino a vegetar o sobrevivir; no es lo opuesto a la libertad, sino a la sumisión y rigidez; no es lo opuesto a la novedad, sino al anquilosamiento y la rutina; no es lo opuesto al placer, sino a la muerte; no es lo opuesto a la creatividad, sino al pensamiento dogmático... Y, al mismo tiempo, la propia espiritualidad no es «lo opuesto a», porque lo espiritual, mal que le pese a nuestra mente, tiene el sabor de lo material, del placer, de la libertad, de la novedad, de la creatividad, de la vida.
- ¿Y qué sucedió entonces con la espiritualidad religiosa?
- Pues que la espiritualidad suele llegarnos a través de la religión. Y para acceder a ella, hay que tratar de comprender el por qué y el cómo del cambio religioso. Según muchos estudiosos, nos hallamos inmersos en un cambio religioso sin precedentes en la historia de la humanidad. A qué se debe y en que consiste son preguntas que nos aportan elementos valiosos para adentrarnos en la riqueza de la espiritualidad, y en todo lo que sirva para favorecer el crecimiento integral de las personas y un mundo más humano.
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