El Ayuntamiento nombra hoy Hijo Adoptivo a quien ha ejercido como médico durante dos décadas.

023D5CTGP1_1 Carrillo

En unas horas (esta noche, a las ocho y media) se celebra en el Salón de Actos Municipal un pleno extraordinario para un nombramiento muy especial: Joaquín Carrillo Espinosa se convertirá en Hijo Adoptivo de Santomera. Aquí trabajó más de veinte años como médico de familia, forense y jefe local de Sanidad. Aquí ha servido como animador cultural en infinidad de actos e incluso ha presentado en primicia sus cinco últimas novelas. Sus pacientes, miles a lo largo de tantos años, guardan de él un recuerdo muy especial por su trato cercano y su implicación.

- Es usted cronista oficial de Ulea; Hijo Adoptivo de Santomera... ¿y sin embargo vive en la capital!

- Soy cronista oficial de Ulea desde hace cinco años porque nací allí y nunca me he desvinculado de mi pueblo. Sin embargo, estoy censado en Santomera desde hace más de veinte años. Incluso me han requerido en dos ocasiones para encabezar una lista electoral, pero siempre dije que no mientras fuera médico. Era mi obligación como forense y jefe local de Sanidad, porque quería atender al gordo, al flaco, al alto y al bajo, al azul, al colorao, al amarillo y al verde, que mis ideas políticas no fueran un problema para nadie.

- ¿Qué méritos le hicieron merecedor de ser miembro de la Real Academia de Medicina y Cirugía?

- Esa misma pregunta se la hice yo a los directivos: ¿qué méritos podía tener alguien como yo, médico en Santomera? Me contestaron: «Muchos médicos descubren aparatos, técnicas, tratamientos... que están ahí y son fenomenales para el progreso de la medicina; pero tú has tenido el valor de plasmar en tus libros tus experiencias médicas como médico humanista, y eso tendrá vida mucho más allá de tu propia existencia».

- Ése carácter humanista que comenta también se ha dejado notar en su quehacer profesional.

- Llegué como médico a Santomera en 1987 y desde entonces he tenido opciones de estar en un hospital, de dirigir centros... Tenía tal grado de comunicación con mis pacientes que salgo a la calle y soy capaz de alzar la vista y hablar con el niño, con el joven, con el adulto, con el anciano, con el hombre, con la mujer... La Administración me pagó lo justo, pero el público de Santomera me ha dado el mayor salario posible. Ese grado de comunicación, de empatía, estar hombro con hombro hasta el momento final con cientos de ellos me ha hecho rico. Aparte de mi listado diario de pacientes, tenía otro para dar una vuelta con mis viejecitos, sentarme con ellos y charlar. Muchas veces, la solución no es dar una pastilla.

- Muchas de esas historias están recopiladas en su trilogía sobre la historia del médico rural.

- Está llena de anécdotas que han ido sucediendo más allá de la medicina. Esto es primicia: dejé el último capítulo abierto y la trilogía será en realidad una tetralogía, con las historias de la última parte de mi vida profesional. Mi intención es que vea la luz a finales de año o principios del que viene.

- Hace ya algunos años, sufrió un infarto. A pesar de esto, que habría frenado a muchos, ha prorrogado su carrera hasta los 70 años. ¿Por qué?

- Tenía 56 años. Me recomendaron que me jubilara, que ya tenía bastantes años cotizados para quedarme con el 100%. Pero al mes y medio, ya estaba trabajando. Pero es que, además, Santomera y yo formábamos un binomio en tal armonía que mis pacientes me imbuían de una energía que me animaba a seguir adelante. Al mismo tiempo que yo ayudaba a mis pacientes, ellos me transmitían la energía y los ánimos necesarios para seguir trabajando.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 9/13/2008 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.