Este pintor murciano expone hasta el día 10 de octubre su nuevo trabajo titulado Deseo de ser piel roja. Basado en un poema de Leopoldo Panero, el artista ha querido rescatar de alguna manera el complejo de Peter Pan para impregnar su creación con su concepto. La sala Puertas de Castilla se ha transformado en un cajón de sastre donde Miguel Fructuoso logró concebir una enorme pizarra negra donde poder dibujar, y en la que, según confiesa con mirada de niño, se lo ha pasado como un enano. Sin pelos en la lengua, este artista conversa en voz alta lo que reflexiona en voz baja.
- A menudo sucede que las obras artísticas no son entendidas por el público. ¿Por qué?
- Las cosas que son obvias se agotan al instante. En un cuadro lo interesante no consiste en dar respuestas sino en provocar preguntas. En este trabajo lo que busco es que cada persona interprete las piezas a su manera para concebir el conjunto a mi manera; de lo contrario habría fracasado. ¿Por qué las Meninas son un icono universal de la pintura? Porque nadie ha podido descifrar nunca su secreto, y la belleza del cuadro está en que nadie nunca lo podrá hacer.
- ¿Cómo es la mente de un pintor?
- Supongo que igual a la de un fotógrafo, a la de un director de cine o a la de un poeta: no podemos desconectar. Yo supongo que un arquitecto irá fijándose en cada paso los detalles de cualquier edificio y que un fotógrafo crea fotografías cuando mira. El proceso de creación es constante y uno no es sólo pintor cuando se encierra en el estudio. Cuando surge el momento de la inspiración hay que atraparlo como sea y donde sea.
- ¿Qué valora más en la pintura?
- A mí me interesa mucho más los fallos que los aciertos. Me gusta que un pintor ose tirarse a la piscina y falle. Prefiero eso a aquellos pintores que creen que tienen todo atado y bien atado y lo único que hacen es multiplicar una idea año tras año y cuadro tras cuadro. Hay que equivocarse para evolucionar y es precioso la osadía de un pintor valiente.
- En momentos de crisis creativa, ¿el arte sale al rescate?
- Las crisis no sólo son buenas sino necesarias: hay que buscarlas. Cuando estás cómodo tienes que buscar la incomodidad y cambiar de concepto. Los jóvenes pintores que no se planteen estas crisis van 'malament, malament'.
- Miguel, a sus 36 años, ¿le sigue apasionando este mundo?
- En estos momentos estoy muy decepcionado con el arte. Tenemos una idea equivocada y se cree que el arte es algo que se nutre de grandes valores. Eso es mentira. En el arte existe la misma mierda que puede haber en el sector inmobiliario o en otras profesiones. Lo bonito es que hay gente cojonuda que salva esto y que hacen que merezca la pena.
- ¿Qué tendencia predomina hoy por hoy en el mundo?
- La globalización también afecta al arte en general; todo está homogeneizado por culpa de un exceso de información. Por culpa de esto se renuncia a lo culturalmente propio. Es de catetos pensar que lo que viene de fuera es mejor que lo nuestro, y no soporto que tengan que venir de fuera a decirnos lo que es bueno y lo que es malo. Tienes que impedir que te colonicen culturalmente y hay que exportar lo propio. El mundo anglosajón está cansado de ver siempre lo suyo.
- ¿Está contagiado todavía por el complejo de Peter Pan que quiere transmitir?
- Estoy orgulloso de tenerlo y presumo de ello. Una reflexión: es curioso cómo de pequeño todos los críos dibujamos sin parar,en todas partes, y de repente un mal día, crecemos y nos olvidamos de pintar cosas.
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