017D4LORP1_1 pescador

Cuando entras en el Mercado de Verónicas los productos huelen de manera distinta, pocas cosas están envasadas al vacío. Los pasillos son estrechos pero largos, y en el recorrido las olivas verdes se funden con olor a pepinillo y, apenas metros después, las frutas y los cítricos se confunden con carnes y pescados. La gente mueve sus carros sin necesidad de introducir monedas: los de tela tienen un encanto especial. El ritmo a primera hora es vertiginoso, cuarto y mitad por aquí y medio kilo por allá, la vida pasa deprisa. Y en una de las entradas al recinto, Pepe Verdú pone fin a más de 42 años al frente de un puesto donde las sardinas y los boquerones son la delicia del personal. A sus 65 años, con la jubilación, ha traspasado el negocio a su hijo, Juanjo, que tratará de seguir los pasos de su padre para que El Sobrino aguante, como mínimo, otros 42 años. Difícil tarea la de emular toda una vida dedicada al pescado y a la venta al público, cada día madrugando y buscando el mejor género para ofrecer a su clientela, tan familiar como amistosa.

- Llevar tanto tiempo al frente de un puesto en el mercado tiene que tener algún secreto especial, ¿cuál es el suyo?

- 42 años vendiendo pescado son muchos años, y no sabría muy bien decirte por qué hemos aguantado tanto tiempo. Lo que sí he intentado siempre es tener el mejor género posible y servir a la clientela de una manera personal y profesional. Si alguna vez he tenido algo de mala calidad, le aseguro que no lo he vendido. No vendo nada que no me comería yo. Tienes que ser sincero con la gente. Seguramente ésa es la clave.

- Hablando de comida, ¿qué se llevaría usted esta mañana del puesto?

- Sin duda me llevaría unos boquerones frescos para rebozarlos en harina y comérmelos fritos o a la plancha. Para mí los boquerones son un manjar.

- ¿Qué es lo que más se vende?

- Principalmente las sardinas y los boquerones, el bacalao y el emperador. Son pescados muy utilizados por las amas de casa.

- Supongo que el trato con la clientela será especial, ¿me equivoco?

- Aquí no vienen ya clientes, aquí vienen amigos. Son muchos años atendiendo a la misma gente y uno se siente como si vendiera pescado a un familiar.

- Después de que se hayan impuesto las grandes superficies, ¿cómo sobreviven los puestos del mercado de toda la vida?

- Contra las grandes superficies no se puede hacer nada, y el único esfuerzo posible es contar con los mejores productos y ajustar el precio lo máximo posible. Cuando no existían tantos hipermercados la Plaza funcionaba mucho mejor y se vendía más. Ahora tenemos que sobrevivir.

- Dentro del mercado, ¿hay una relación especial con los compañeros?

- Sí, claro, entre todos formamos una gran familia y hay mucho cariño y mucho respeto. No nos tenemos como competencia, todo lo contrario.

- Una pregunta, en confianza: usted sí que se lleva el trabajo a casa, porque me imagino que será imposible quitarse el olor a pescado, ¿cómo lo hace?

- Es una tarea imposible. Con la ropa tenemos que utilizar mucha lejía, y para el cuerpo lavarte con todo tipo de productos. Cuando terminas de trabajar acabas con escamas por todas partes.

- ¿Y ahora qué?

- Ahora a cobrar de la olla grande, como se suele decir. Seguiré viniendo por aquí a ver a mi hijo, a visitar a los amigos. Después de tantos años mi gran satisfacción es precisamente ésa, la de haber criado a 4 hijos.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 9/04/2008 and is filed under , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.