La instalación del Soto quiere convertirse en una nueva atracción turística para la Vega Arrocera.

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El único molino existente en la vega arrocera de Calasparra podría abrirse al público y ser una atracción turística más del localidad. Al menos, esa es la idea de su actual propietario, Juan Francisco Fernández, que lo adquirió hace años a los condes del Valle de San Juan (la familia Melgarejo), representantes durante siglos de la oligarquía local.

El molino -ubicado en el paraje Soto del Estanco- ya no está en activo, pero en perfectas condiciones para comenzar a moler en cualquier momento. Es más, hace poco más de una década aún era usado. Los 600 litros por segundo de agua necesaria que le entran procedentes de la acequia de Rotas, son su única fuente de energía. Esta fuerza, que cae de la tercera a la primera planta del edificio, hace que se mueva su compleja pero perfecta maquinaria, una joya de la ingeniería de su tiempo ahora parada, pero lista para funcionar en cualquier momento.

Juan Francisco Fernández es un caprichoso, quiere conservar el molino para la posteridad con el mismo cariño que el museo existente en la propia finca del Soto o el Cristo de la Vega que encargó hace unos años y preside el paraje. «No descarto criar arroz en la finca, pero si se hace, se manufacturará en un molino más moderno y rentable, permaneciendo el histórico en el mismo lugar como algo que forma parte de la propia historia del pueblo. Es posible que haya productos más rentables, pero a mí me gusta cultivar arroz porque es algo que forma parte del nombre de Calasparra y no descarto volver a sembrarlo en la finca», comenta Juan Francisco.

Acerca de la historia del molino hay muchas dudas. El apartado correspondiente de los archivos del conde aún no se ha abierto. Algunas fuentes apuntan como fecha de construcción finales del siglo XVII o principios del XVIII, pero la opinión del historiador Marcial García, cuya autoridad es difícilmente cuestionable, sitúa su origen a comienzos del XIX. Según García, los condes podrían haber trabajado su arroz en El Molinico, edificio de su propiedad existente dentro del pueblo. Lo que sí es seguro es que éste es el único molino de estas características en la vega.

Ni Rey, ni Papa

La Encomienda de San Juan era tremendamente rígida. El comendador, señor en lo terrenal y en lo espiritual, lo gobernaba todo. El Concejo, la otra fuerza, había de conformarse con las migajas del poder pese a ser la oligarquía local. Hubo comendador que llegó a decir que para él no había ni Rey ni Papa. Los Melgarejos o condes del Valle formaban parte de dicha oligarquía y el escaso poder que tenían lo adquirieron fuera del pueblo y en muchas ocasiones hubo durísimos enfrentamientos con sangre.

Como los molinos eran derecho y potestad de la orden, los Melgarejos a duras penas podían tener alguno. Tuvieron dos, posiblemente de forma medio clandestina uno de ellos el de la Vega que nos ocupa. Lo cierto y verdad es que esta obra con más de dos siglos a su espalda es una joya que ahora podrá ser visitada, en un paraje excepcional en el centro de la vega arrocera, en uno de los humedades protegidos de la Región y en un paisaje excepcional.

Es de agradecer que en estas iniciativas primen los sentimientos históricos sobre los crematísticos. Son muchos los carraspareños que han oído hablar de este molino pero que no lo conocen, ahora podrán tener la oportunidad de viajar por su historia desde su mismísimo interior.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 6/25/2008 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.